Julian Polinesi arrasó en las urnas y se consolida como la voz de Arroyo Seco

En Arroyo Seco, lo que ocurrió no fue sólo un triunfo electoral: fue una fractura en la forma tradicional de entender el poder.

Arroyo Seco02/07/2025Redacción 12noticias.tvRedacción 12noticias.tv
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Polinesi ofreció algo raro en estos tiempos: coherencia.

Por Sebastián Repetto – Especial para 12Noticias y Arroyo24

En política, a veces se gana. Pero otras veces, se impone una idea. En Arroyo Seco, lo que ocurrió no fue sólo un triunfo electoral: fue una fractura en la forma tradicional de entender el poder. Julián Polinesi no sólo ganó con 3.713 votos —el 36,05% del padrón— sino que desmontó, con una eficacia quirúrgica, la narrativa oficialista y expuso la fragilidad de una oposición desorientada.

Lo que muchos querían leer como un fenómeno barrial acotado terminó siendo una maquinaria política seria, estructurada y profundamente conectada con la realidad social. Polinesi representa algo incómodo para la dirigencia clásica: no es un outsider, pero tampoco un heredero del sistema. Es, en palabras del propio candidato, parte de un proyecto colectivo que no pide permiso para existir.

El clima que se vivió el domingo fue el de una confirmación. El de un electorado que no sólo volvió a confiar en él tras las PASO de abril, sino que le dio más fuerza. La Básica de La Cámpora se llenó —pero más allá de la militancia, lo que quedó claro es que Arroyo Seco lo eligió por lo que representa: una voz propia frente al silencio institucional.

Y si algo quedó claro en su reciente paso por Alerta Spoiler —el programa que se emite en el canal de YouTube de 12Noticias— fue su decisión de correr el velo. Sin eufemismos, sin vueltas, sin maquillaje. Allí lo dijo con todas las letras: Daniel Tonelli "es la casta de Arroyo Seco". La frase cayó como un puñetazo seco en el plexo de la política local. Y no fue azarosa. Fue un acto de sinceramiento. Un mensaje dirigido a una ciudadanía que está cansada de los decorados y exige acciones.

La palabra “casta”, tantas veces banalizada, recuperó en su voz el filo que alguna vez tuvo: no como etiqueta ideológica, sino como descripción de una élite desconectada, repetitiva, autocomplaciente. Polinesi no sólo interpela a Tonelli: expone todo un modelo de gestión encerrado en su propia burocracia, incapaz de leer el presente con honestidad.

Mientras tanto, el espacio de Unidos implosionó. Incapaz de formular un discurso con densidad, ni de plantarse como alternativa real, terminó siendo víctima de su propia inconsistencia. Confiaron en las formas. Subestimaron el fondo. Apostaron al envase. Perdieron el contenido. No hubo épica ni hubo calle. Y en Arroyo Seco, donde la política sigue siendo una cuestión de cuerpo y territorio, eso se paga caro.

Polinesi, en cambio, ofreció algo raro en estos tiempos: coherencia. No gritó, no sobreactuó, no se disfrazó. Fue él mismo, con su proyecto, su equipo, su presencia constante. Su mensaje fue tan político como existencial: “Queremos que la gente pueda vivir y morir en esta ciudad con dignidad.” No es un slogan. Es una tesis de gestión. Un modelo de comunidad.

Lo que se viene ahora es clave. Con Damián Salinas como aliado en el Concejo, Polinesi tendrá una plataforma legislativa para disputar sentido, para tensionar las prioridades, para exigir —como ya lo está haciendo— un plan inmediato en barrios, comedores, empleo e infraestructura. Ya no hay margen para la indiferencia institucional. La gente habló. Y habló fuerte.

Arroyo Seco eligió. Y eligió un liderazgo que incomoda. Porque no se adapta al molde. Porque no pide permiso. Porque no negocia su agenda con las usinas del poder local.

Y porque, como quedó claro el domingo, ya no alcanza con estar en la boleta. Hay que estar en la vida de la gente.

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