En el lanzamiento de su precandidatura a concejal desde el espacio Rosario Para la Victoria, el docente universitario Sebastián Artola cuestionó el “aumento de impuestos”, el estado de los servicios públicos y la “especulación inmobiliaria”.
“Al socialismo se le cayó la careta porque lo único que socializan son las pérdidas, los aumentos de impuestos, los pésimos servicios públicos, la falta de oportunidades, mientras que cuidan a capa y espada las ganancias de los grandes negocios comerciales y la especulación inmobiliaria”, afirmó Sebastián Artola en el lanzamiento de su precandidatura a concejal con su espacio Rosario Para la Victoria. En una entrevista con El Ciudadano, el docente universitario que pretende construir una representación “desde la militancia y el territorio”, habló de su espacio, su propuesta y analizó cuestiones vitales para un nuevo proyecto de ciudad.
—¿Qué es Rosario para la Victoria? ¿Quiénes lo integran?
—Es un nuevo espacio político integrado por compañeros y compañeras que venimos recorriendo juntos un camino de militancia desde hace más de 11 años, más nuevos compañeros que desde distintas trayectorias se sumaron a esta propuesta. De ahí que hayamos lanzado nuevos frentes de militancia como el cultural, el deportivo, el sindical, de derechos humanos, más los frentes de profesionales, estudiantil y territorial que veníamos llevando adelante desde hacía un tiempo.
Si en el 2003, cuando nació el Movimiento Martín Fierro, entendimos que el desafío principal tenía que ver con crear espacios de militancia que promuevan la construcción política desde abajo, como mejor aporte para fortalecer el proyecto de país que empezaba a forjar Néstor Kirchner; y en el 2010 impulsamos el Foro Rosario para Todos como lugar desde donde pensar y poner en discusión el actual proyecto de la ciudad; hoy encaramos el desafío de construir una representación política nacida de la militancia y las prácticas diarias en el territorio, para llenar de participación, de militancia y pueblo los lugares institucionales.
—¿Cómo ves a la ciudad, cuáles son sus principales falencias?
—El actual proyecto de ciudad está en crisis y como nunca está en cuestión la hegemonía cultural que construyó el socialismo desde que llegó al gobierno municipal. La violencia y el narcotráfico hicieron visible lo que el enorme aparato de publicidad quiso tapar: la exclusión, el retiro del Estado de los barrios más postergados y, sobre todo, la profunda desigualdad con la que Rosario creció en todos estos años como resultado de un Estado funcional a la especulación inmobiliaria y a los negocios de unos pocos.
Rosario creció, por supuesto, el boom de la construcción es un ejemplo. Pero lo hizo sin un Estado municipal que incluya, iguale oportunidades y garantice a todos los servicios públicos mínimos. Que hoy tengamos 80 mil departamentos desocupados mientras 60 mil familias no tienen garantizado el derecho a una vivienda digna, que haya más asentamientos irregulares que en los años 90, que el 40 por ciento de la ciudad no tenga cloacas, son ejemplos de un proyecto de ciudad que deja afuera a una parte importantísima de nuestros vecinos.
Desde el Triple Crimen a esta parte estalló en mil pedazos la imagen que el socialismo quiso construir en todos estos años, haciendo visible una trama violenta y cruel donde conviven la exclusión de los pibes de los barrios más humildes, el lavado de dinero, la especulación inmobiliaria, la Policía, el Poder Judicial provincial y la complicidad del poder político. Y en esto hay que ser claros. Por acción u omisión, el socialismo es cómplice de la violencia y la expansión del narcotráfico en nuestra provincia.
Por eso decimos que al socialismo se le cayó la careta y que el actual modelo está agotado. Porque en 20 años no ha resuelto los problemas estructurales de la ciudad, garantizando a todos los vecinos el acceso a los derechos mínimos que hacen a una vida digna, y por el otro, porque una parte mayoritaria de nuestros vecinos son conscientes y están a la búsqueda de un nuevo horizonte para nuestra ciudad. Queda, ahora, abierto el desafío de construir un nuevo proyecto político, social y cultural de inclusión para todos los rosarinos.
—¿Cómo imaginas otro proyecto para Rosario?
—Estoy convencido de que es posible tener una Rosario con inclusión e igualdad de oportunidades, donde nuestros jóvenes y niños tengan un proyecto de vida como horizonte. Y para esto es imprescindible recuperar el rol transformador del Estado municipal. Este es el gran debate ausente en nuestra ciudad y debería ser la principal discusión de la dirigencia política: qué Estado necesitamos. Si queremos un Estado que defienda el bien común, el interés colectivo o uno que siga marchando detrás de la especulación inmobiliaria y los negocios de unos pocos. El retiro del Estado de los barrios más postergados y el vaciamiento de políticas públicas inclusivas –como, por ejemplo, el desmantelamiento de centros Crecer desde el 2010–, son muestras de un Estado que perdió su capacidad transformadora en beneficio de algunos pocos vivos, poderosos y especuladores. Recuperar el Estado es condición para avanzar hacia un nuevo proyecto de ciudad, un modelo de desarrollo urbano inclusivo y una matriz económica productiva.
—¿Por qué “Política con el corazón” como eslogan de campaña?
—La consiga intenta expresar el modo en que entendemos la militancia y la práctica política. “Política con el corazón” significa para nosotros política de las convicciones, desde abajo, colectiva, fundada en el amor hacia el otro, como servicio al bien común y herramienta para transformar las necesidades en nuevos derechos conquistados. Todo lo contrario a la política entendida como negocio, como beneficio personal, o sea, la “política del bolsillo”, que tan funcional ha sido a la idea de vaciar la política de pueblo y tanto daño le hace a la participación de la sociedad en lo público, imprescindible para avanzar hacia una democracia más profunda. Yo nunca viví de la política. Milito desde los 17 años, hoy tengo 36 y siempre lo hice como vocación. Cuando era más pibe, tenía mis changas, cursaba en la Facultad y después militaba. Ahora soy docente en la UNR, vivo con mi compañera y nuestros dos hijos, y el resto del día nos la pasamos en los barrios con los compañeros. Estoy convencido de que eso crea una ética de la política, una ética pública y de transformación, que permite tener una mirada colectiva y solidaria en serio, y una práctica de la política como vocación que hace que uno nunca renuncie a sus convicciones más allá del lugar donde esté y le toque ocupar.
Seguridad, con inclusión
“Claramente, el principal tema a resolver es el de la seguridad pública. Yo no me resigno a pensar que desde el Municipio y el Concejo no se puede hacer nada. Por supuesto, que buena parte de la solución está en manos del gobierno provincial, porque sin una profunda reforma de la Policía y del Poder Judicial no hay salida a la violencia y al narcotráfico. Fundamentalmente, tenemos que avanzar hacia una mirada integral sobre la seguridad pública que nos lleve a pensar la presencia integral del Estado en todo el territorio de la ciudad, desde la prevención. Y acá entran a jugar un rol decisivo las políticas públicas que promuevan la inclusión educativa, la capacitación en oficio, la integración laboral, el fortalecimiento de los clubes de barrio y el acceso a la salud.”, expresó Artola, frente a la consulta sobre seguridad.