“Guarda que los bichos andan rondando el nido”, era la clave que usaban policías de Villa Gobernador Gálvez para avisarles a delincuentes que corrían riesgo de ser atrapados.
El anuncio se hizo con bombos y platillos. El acto de inauguración contó incluso con la presencia de Antonio Bonfatti, el gobernador de Santa Fe.
La promesa hecha realidad de una nueva y moderna comisaría para combatir la inseguridad llevó algo de alivio a los vecinos de Villa Gobernador Gálvez, una de las localidades más calientes del Gran Rosario.
No obstante, el mes pasado, a poco de cumplirse dos años de aquel corte de cinta, la dependencia policial fue intervenida: se descubrió que las máximas autoridades formaban parte de una banda criminal dedicada al robo de bancos y al tráfico de drogas, entre otros delitos graves.
La noticia daba cuenta de que los uniformados trabajaban en forma interrelacionada con una banda de civiles a la que utilizaban como mano de obra para cometer los delitos, como por ejemplo el copamiento de la comisaría de un pueblo vecino y el posterior asalto a una sucursal bancaria. Sin embargo, al avanzar en la investigación, los fiscales constataron que además de los robos y la venta de drogas había otras graves irregularidades relacionadas al funcionamiento interno de la seccional.
Se comprobó que los presos deambulaban libremente por la comisaría, que las celdas no se cerraban con llave, que se falseaban las actas ante algún caso de abuso policial y que varios reclusos estaban autorizados a hablar por celular a cambio de coimas de 3 mil pesos mensuales. En el expediente judicial se detallan prácticas aún más insólitas: como cosa habitual, el comisario se llevaba la comida de la dependencia a su casa.
Otra situación anómala se descubrió el día en que la dependencia, la subcomisaría 26°, fue allanada. Los policías que participaron del operativo encontraron a una nena de 13 años encerrada en una de las celdas. La detención se había producido la noche anterior, cuando un oficial halló a la menor durmiendo en una camioneta. El ingreso de la nena no figuraba en los registros de la comisaría. Ni tampoco había sido notificado al juzgado de Menores, como marca la ley.
La chica les contó a los fiscales que el policía que la llevó a la seccional le propuso mantener relaciones íntimas, pero que ella no accedió.
El oficial quedó imputado por “promover y facilitar la corrupción de menores”.
La causa judicial tiene a otros cuatro policías implicados. Cada uno tenía su rol, según consta en el expediente. Maximiliano Maldonado, el titular de la comisaría, con 25 años en la Fuerza, era el “jefe” de la asociación ilícita; su secretario, Carlos Morgan, era el “organizador”; y los policías Fernando Acosta y Nara Rodaz, “miembros” de la banda.
Las escuchas telefónicas fueron determinantes para conocer la connivencia entre los policías y los civiles del grupo delictivo. “¿No hay para rescatar un revólver Bersa?”, le pregunta en una conversación un integrante de la banda al policía Morgan. En otra charla, el oficial avisa que hay gendarmes patrullado la zona: “Guarda que los bichos andan rondando el nido”. La impunidad era total.
Fuente: Diario Clarín (Andrés Actis)