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Villa Gobernador Gálvez: La violencia escolar como síntoma de un sistema educativo desbordado

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La educación en Santa Fe necesita una reforma urgente, no solo en términos de infraestructura, sino también en términos de valores y de inclusión social.

El reciente episodio de violencia en la escuela Soldado Aguirre de Villa Gobernador Gálvez, donde un joven de 15 años ingresó armado, disparó al aire y luego huyó, es solo la punta del iceberg de una crisis mucho más grave que afecta a la educación en toda la provincia.

No es un hecho aislado, como pretenden minimizar las autoridades provinciales, sino el reflejo de un sistema educativo que ha sido abandonado, desbordado por una realidad social que lo desintegra cada día un poco más.

La respuesta de Daiana Gallo Ambrosis, secretaria de Gestión Territorial Educativa, ha sido patéticamente insuficiente. En lugar de asumir la magnitud del problema, se limitó a hablar de “acciones a seguir”, como si el solo hecho de anunciar una reunión más, o la promesa de un protocolo de intervención, pudiera solucionar lo que está en juego.

La violencia escolar en Villa Gobernador Gálvez no es el resultado de un incidente aislado, ni una falla puntual. Es el reflejo de un sistema que ha fracasado en brindar lo más básico: seguridad y condiciones mínimas para el aprendizaje.

Gallo Ambrosis habló de “gestión” para mejorar las condiciones de los chicos, mencionando nuevas aulas, como si el problema fuera una cuestión de infraestructura. Pero lo que sucede dentro de esas aulas, lo que se vive en esos pasillos, es mucho más grave que cualquier proyecto edilicio. No se trata de inaugurar más paredes, sino de construir un sistema educativo que no permita que los chicos lleven armas a la escuela, que no se vean obligados a recurrir a la violencia para sentirse poderosos o escuchados. La crisis de la educación no es un tema de aulas o de protocolos; es una crisis de valores, de contención, de oportunidades.

Más grave aún es la ausencia del ministro de Educación, José Goity, quien debería haber estado presente, ofreciendo respuestas claras a la comunidad educativa y a las familias.

En un momento como este, donde la violencia se cuela dentro de las aulas y pone en riesgo la vida de los estudiantes, la falta de liderazgo y de presencia de quien tiene la responsabilidad última es una señal alarmante. Goity, al igual que otros funcionarios, prefiere mantenerse al margen, como si un episodio tan grave fuera algo que pueda resolverse con palabras vacías y promesas a futuro. La educación no puede esperar más. Las familias no pueden esperar más.

Y entonces nos encontramos con una pregunta aterradora: ¿por qué los padres de Villa Gobernador Gálvez temen mandar a sus hijos a la escuela? Este miedo no es un producto de la paranoia ni de un incidente aislado. Es el resultado de años de abandono institucional, de políticas públicas que nunca llegaron a garantizar lo más básico: un entorno seguro y adecuado para que los chicos aprendan.

Hoy, la escuela se ha transformado en un lugar de temor, no de aprendizaje. Los chicos no solo temen por su futuro académico, sino también por su integridad física. ¿Cómo se les pide a los padres que confíen en una institución que ya no garantiza ni su seguridad ni su bienestar?

La respuesta oficial no solo es tardía, sino también equivocada. Hablar de “acciones a seguir” cuando ya hemos atravesado tantos episodios de violencia escolar es una forma de evadir la responsabilidad que tienen los funcionarios. No basta con crear más aulas o imponer más protocolos. El problema de fondo es mucho más grave. El sistema educativo ha dejado de ser un espacio de contención para convertirse en un campo de batalla donde los chicos se enfrentan entre sí y con las instituciones. Y todo esto sucede mientras los funcionarios, como Gallo Ambrosis, se empeñan en desviar la atención hacia soluciones superficiales.

La educación en Santa Fe necesita una reforma urgente, no solo en términos de infraestructura, sino también en términos de valores y de inclusión social. Necesitamos un modelo educativo que priorice la seguridad, el respeto y la posibilidad de soñar con un futuro mejor. Los chicos no solo necesitan aulas, necesitan escuelas que les brinden la oportunidad de crecer en paz, de desarrollarse como individuos sin temor a ser víctimas de violencia o a tener que recurrir a ella. Hoy, lo que se vive en las escuelas no es educación, es supervivencia.

El gobierno provincial no puede seguir evadiendo su responsabilidad. La violencia en las escuelas es el síntoma de una crisis educativa más amplia que debe ser enfrentada con urgencia. Si no se actúa ahora, si no se toman decisiones claras y concretas para garantizar la seguridad y el bienestar de los estudiantes, la educación en Villa Gobernador Gálvez y en toda la provincia seguirá siendo un terreno de incertidumbre y miedo.

Es hora de que los funcionarios dejen de hablar de “gestión” y “protocolos” vacíos y empiecen a actuar con la seriedad que la situación requiere.

La violencia escolar no se resuelve con palabras; se resuelve con acción, con un compromiso verdadero de transformar el sistema educativo, de devolver a las familias la confianza en la educación, y de garantizar a nuestros hijos el derecho a estudiar y crecer en paz.

SEBASTIÁN REPETTO – EDITOR DE 12NOTICIAS.TV

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