Tragedia de Salta 2141: La destacada labor de los Bomberos Voluntarios de...

Tragedia de Salta 2141: La destacada labor de los Bomberos Voluntarios de Villa Gobernador Gàlvez

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El martes 6 de agosto quedó grabado a fuego por una explosión sin precedentes que dejó 22 muertos. La destacada labor de los Bomberos Voluntarios de Villa Gobernador Gàlvez quedò marcada en la memoria de todos. 

Aquella tremenda fuga de gas que se desató a las 9.33 del 6 de agosto terminó de la peor manera. A las 9.38, una explosión sin precedentes desembocó en el desastre más grande de la historia de la ciudad. El registro: 22 muertos, 70 heridos, 300 damnificados y un saldo secundario de cientos de casas y negocios que sufrieron daños en varias cuadras a la redonda y que obligaron a muchos a cambiar su vida.

Las postales iniciales del caos mostraban vecinos a la deriva sobre el asfalto regado de vidrios y objetos que un segundo antes decoraban en paz livings y dormitorios hacia arriba. Una mujer trataba de salir por la ventana destartalada del quinto piso cuando el bombero llegaba en escalera y le rogaba que no se tire. En planta baja arreciaba una lengua de fuego sin control que lamía hasta los balcones del segundo piso, y los gritos, y las alarmas desbocadas, y las sirenas apuradas pusieron el sonido de los primeros instantes del horror.

La información fría en los medios nacionales rezaba “explosión en Rosario”. La esquina de Salta y Oroño estaba repleta de rostros aterrados por lo que generó el estruendo y el derrumbe de la torre central, cuando algunas personas todavía permanecían acostadas o preparándose para salir; otros agradecían haberse ido temprano.

“No puedo creer lo que veo, esto es terrible”, dijo una mujer que vive a una cuadra y que por la tarde llegaba de su trabajo, tras retirarse a las 7 de la mañana. Recién en ese momento se encontró con el panorama desolador. La torre del centro había colapsado.

En la manzana se veían y se pisaban vidrios. Varias familias salían de sus casas con niños y mascotas, por la orden de evacuación en el perímetro de las cuadras contiguas. La fotografía era “de guerra”. Dos empleados del supermercado La Gallega, atrás del edificio, describieron la situación que vieron desde adentro como “trágica”.

Defensa Civil y de Salud Municipal improvisaron un centro de atención médica, mientras dotaciones de Bomberos Zapadores y Voluntarios de Rosario, Villa Gobernador Gálvez, Granadero Baigorria, Roldán, y hasta de Paraná, trabajaban en el lugar perimetrado.

Carlos García, el operario matriculado que trabajaba en Salta 2141, tiene más de 20 años de oficio. Jamás imaginó que el trabajo que fue a hacer a las 9 de la mañana iba a culminar en una trágica explosión.

Como datos certeros, que surgen del relato de testigos y de la versión que el propio gasista expuso ante la Justicia, tomó su matrícula en 1990 a partir de un curso que realizó y nunca debió revalidarla mediante un examen. Puntualmente, sobre el momento de la tragedia, aún está en discusión si notificó o no a Litoral Gas del cambio de regulador que fue a realizar.

Cuando se produjo la fuga de gas, buscaba confirmar si había podido cortar el suministro en el edificio. Algo había fallado. Intentó desesperadamente tres cosas: comunicarse telefónicamente con el 0800 de la empresa y con el 911; como no lo logró, tomó su camioneta y se fue. Según dice, a buscar ayuda directamente a la sede de la empresa, ubicada en Mitre y San Lorenzo.

Algo quedó claro: si la firma tiene un protocolo de actuación ante emergencias, García lo desconocía o no lo aplicó, pese a sus 23 años de experiencia. Y si lo conocía, fue insuficiente.

Como primer punto, no contaba con línea directa con la empresa aún mientras estaba realizando una labor que, quedó en evidencia, era de riesgo. Buscó ayuda al 0800, un call center comercial y técnico que atienden entre 6 y 7 empleados. Y que, pese a las exigencias del ente regulador, no respondió la llamada en “segundos”.

¿Algo más? Su única compañía nada podría haber hecho. Es un joven de 26 años que llegó como ayudante. Alcanzaba herramientas, cuidaba la camioneta, pero no tenía conocimientos en la materia. Puntualmente, se desempeña en una fábrica en horario nocturno, entre las 21 y las 5. Llegó a Salta 2141 como parte de una “changa”, de acuerdo a lo que argumentó su abogado.

Una tragedia anunciada

“Se apagaban los calefones, no andaban las estufas, no tenía fuerza la llama de la cocina”. Pedro, el portero, buscó reconstruir los días previos al siniestro en pleno centro rosarino. Todo lo que describió sucedía, en definitiva, por las probables fallas en el regulador o por las fugas que habían ido a reparar en las dos semanas anteriores al hecho. Inclusive, los 63 departamentos tuvieron el servicio interrumpido en diversos lapos. García, se defiende, fue convocado por la administración del edificio a partir de las “múltiples fugas”.

Como datos fehacientes, la administración y Litoral Gas conocían que, en un edificio añejo, detectaron pérdidas dos veces anteriormente entre el 24 de julio y el 2 de agosto. De hecho, según el fiscal Camporini, ya reconocieron ante la Justicia que una de ellas no era ni en la válvula ni el regulador en cuestión. En algunos de esos casos un empleado de la firma hizo una marca con pintura amarilla en la vereda. Así se marca, entre otras cosas, un lugar que tuvo una pérdida.

Infraestructura precaria

Cuando el fuego de desató en Salta 2141, tardaron dos horas y 40 minutos en cortar el suministro de gas para facilitar las tarea de los Bomberos. Hasta allí, pasadas las doce del mediodía, el fuego no pudo extinguirse porque el servicio seguía activado.

Surgen dos cuestiones concretas en la reconstrucción del hecho: no había manera de interrumpir el fluido de gas en Rosario ni de hacerlo en el edificio. O sí: accionado una válvula a la que era imposible llegar. Estaba ubicada detrás del fuego y era imposible acceder. En conclusión, tuvieron que hacer dos pozos en las esquinas para obturar caños.

Entre otras cosas, en el edificio había, por ejemplo, departamentos que no contaban con la manija práctica para cerrar la llave de paso. Se requería al menos una pinza. Nada cómodo para una emergencia.

Y entre el amor propio, la voluntad y todo el reconocimiento a los Bomberos, surge del relato de los primeros periodistas que llegaron al lugar minutos después de la explosión que la escalera de una unidad del cuerpo local por algún motivo insuficiente. O no funcionaba o no tenía la extensión necesaria. Debieron esperar una dotación de Villa Gobernador Gálvez para iniciar los rescates -exitosos por cierto- en altura.

Control, capacitación e inspecciones, un talón de aquiles

“Los controles que realizó la empresa anteriormente fueron muy limitados, muy primitivos realmente, es inadmisible”, indicó Graciela Argüelles, la fiscal de primera instancia que forma parte de la investigación del siniestro de Rosario.

Del aporte del gasista, inspectores y expertos en el tema, se desprende que los inspectores utilizan agua enjabonada o un pulverizador con detergente para controlar su hay escapes de gas. “Si no hace burbujas, no hay pérdida”, explicó un inspector.

Cuando rehabilitaron el servicio en Salta 2141, siguieron el protocolo de la empresa. ¿Cuál es? Si dos personas del edificio tienen gas, significa que todo funciona.

A la descripción sobre la ubicación de la válvula de corte del edificio a la que no se pudo acceder por el fuego, se suma la nula capacitación que la empresa brinda a los matriculados. Lo denunció García en privado y lo hizo públicamente su abogado. A ello lo habrían admitido dos de los tres gerentes de Litoral Gas que ya declararon ante la Justicia.

Los gasistas se pueden formar en institutos terciarios y rinden un examen para obtener la matrícula. Después, pagan anualmente la renovación, pero no deben superar ninguna prueba. García rindió en 1990. Es decir, hace 23 años. Nadie le exigió que lo hiciera algo más.

Hay impericias, fallas en los controles e inspecciones, firmas que no invirtieron en seguridad ni controles, escasa o nula capacitación y más. Claro, está, también el dolor, la angustia, bronca e impotencia rodean a los hechos.

Todo ello, de a poco, se va conociendo que confluyó también el martes 6 de agosto de 2013 en Salta y Oroño, convirtiendose en la peor tragedia en la historia de Rosario. 

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