La historia tuvo lugar en una vivienda de Posadas, en Misiones, donde efectivos de la comisaría seccional Séptima arribaron sin poder creer lo que habían escuchado por teléfono.
Según informa el sitio Primera Edición, un hombre de 37 años arribó a su vivienda de la calle Tripepi, entre las avenidas Blas Parera y Almirante Brown. Había salido al mediodía para compartir un almuerzo con allegados y era el momento de aprovechar el sábado para descansar. Pero se dio enteró que malvivientes desconocidos habían ingresado al predio sin ejercer violencia y se habían alzado con una garrafa de diez kilos, que se encontraba en el patio trasero.
La increíble historia tuvo lugar en una vivienda de Posadas, en Misiones, donde efectivos de la comisaría seccional Séptima arribaron sin poder creer lo que habían escuchado por teléfono.
Según informa el sitio Primera Edición, un hombre de 37 años arribó a su vivienda de la calle Tripepi, entre las avenidas Blas Parera y Almirante Brown. Había salido al mediodía para compartir un almuerzo con allegados y era el momento de aprovechar el sábado para descansar. Pero se dio enteró que malvivientes desconocidos habían ingresado al predio sin ejercer violencia y se habían alzado con una garrafa de diez kilos, que se encontraba en el patio trasero.
La extremidad que el malviviente se “olvidó” tras el robo.
Sin embargo, esa no fue la única sorpresa. Al intentar reconstruir el camino de los ladrones, el propietario notó un elemento extraño adherido a una de las púas de la reja. Se acercó y, pese a aclarar las visión con sus manos, no entendió de qué se trataba. Recién al ver de cerca lo entendió: en su fuga, uno de los malvivientes sufrió la pérdida de uno de los dedos de la mano.
Los policías que arribaron a la escena también quedaron perplejos ante el hallazgo. Para quienes sin dudas fue un elemento de prueba contundente para los criminalistas, quienes por primera vez acompañaron el levantamiento de huellas dactilares con el secuestro del dedo que las había dejado.