la Unión Europea ya se prepara para el default de Grecia

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grecia2806

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La Unión Europea (UE) quedó enfrentada, ayer, a la peor de sus pesadillas: el default de Grecia, que podría producirse pasado mañana, y su consiguiente salida de la zona euro.

Ese temido final se hizo más palpable que nunca después de que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, convocó anteanoche a un referéndum sobre las exigencias de sus acreedores internacionales para el domingo 5 de julio.

Indignados, sus socios de la zona euro se negaron a extender el actual plan de ayuda. La ruptura de las negociaciones, aparentemente definitiva, amenaza con provocar una corrida bancaria y un corralito, seguida por la imposibilidad de hacer frente al vencimiento de 1600 millones de euros que debe pagar Grecia al FMI. Si Atenas no cumple con ese compromiso, entrará en el proceso de cesación de pago.

El default podría colocar a Grecia en la misma situación que conoció la Argentina en 2001

“La decisión de Tsipras de rechazar el ofrecimiento de sus acreedores internacionales [el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI] y llamar a referéndum «saboteó» las negociaciones en curso, que hubieran permitido desbloquear 15.300 millones de euros en un nuevo programa de ayuda que Grecia necesita desesperadamente”, lamentó Jeroem Dijsselbloem, el ministro de Finanzas holandés, que presidió ayer en Bruselas la reunión del Eurogrupo, calificada de “última chance”.

Puestos entre la espada y la pared, los otros 18 ministros del Eurogrupo permanecieron reunidos hasta avanzada la noche para analizar las eventuales consecuencias que tendría para Europa un default a partir de pasado mañana, cuando expire el actual programa de rescate, y luego el “Grexit” (la salida de Grecia del euro). En otras palabras, cuando los griegos vayan el domingo próximo a las urnas, el país estará técnicamente en default y, probablemente, el gobierno se habrá visto obligado a aplicar un riguroso control de capitales para evitar la quiebra de todos los bancos.

Ése es el temor más inmediato. El sistema bancario griego se encuentra en este momento bajo asistencia respiratoria, gracias a los programas de liquidez consentidos por el BCE.

Pero las dramáticas consecuencias de la situación ya eran visibles ayer, cuando larguísimas colas de ahorristas esperaron durante horas frente a los distribuidores para retirar la mayor cantidad de dinero posible por temor a un “corralito” (ver aparte).

Anteanoche, tras el anuncio de Alexis Tsipras, el gobierno reforzó la presencia policial en torno de las agencias bancarias.

Los responsables del Banco Central de Grecia y del BCE mantendrán hoy una teleconferencia a fin de analizar las modalidades de aplicación de un control de capitales a partir de mañana.

Una posibilidad sería declarar feriado bancario hasta que se haya realizado el referéndum, en vez de restringir los movimientos de capitales. El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, afirmó sin embargo que los bancos permanecerán abiertos.

Varoufakis lamentó que el Eurogrupo haya rechazado su propuesta de prolongar el programa de rescate en curso. Un poco más de tiempo hubiera permitido a ambas partes acercarse a un acuerdo que el gobierno griego podría haber recomendado a los electores, estimó.

Optimista, también dijo que “un acuerdo seguía siendo posible en los próximos tres días”.

UNA JUGADA RIESGOSA

Para muchos, sin embargo, la decisión de Tsipras debe ser interpretada como una auténtica jugada de póquer… pasablemente magistral.

Grecia, el país donde nació la democracia, pone en manos de los ciudadanos un compromiso que el gobierno no puede tomar, después de haber sido elegido para hacer exactamente lo contrario.

En lo político, Tsipras sortea así el peligro de presentar el programa de reformas ante el Parlamento y arriesgarse a que el ala ultraizquierdista de su partido lo deje en minoría. Por fin, el primer ministro sabe perfectamente que, según un sondeo realizado entre el 24 y el 26 de junio, el 57% de los griegos está a favor de la conclusión de un acuerdo con los acreedores internacionales, mientras sólo el 29% reclama una ruptura.

Pero tanto Grecia como el resto de la zona euro entran a partir de ahora en un período de extrema incertidumbre. Por primera vez, uno de sus miembros podría verse obligado a renunciar a la moneda única, con imprevisibles consecuencias para todos.

Eso es precisamente el “plan B” que trataban de analizar anoche los ministros de Finanzas de la zona euro: cómo prepararse para las inevitables consecuencias del default griego sobre el resto del bloque. El escenario más temible es que se produzca un “efecto dominó”.

El peligro es particularmente agudo en los pequeños países, señala Jacques Sapir, director del grupo de investigación Irses.

Sapir prevé que, en caso de “Grexit”, los mercados intentarán “testar” la capacidad de la zona euro de defender su unidad política, atacando ciertos puntos débiles de la zona euro: Portugal, Eslovenia o Chipre, por ejemplo.

¿Estarán dispuestos esos países a invertir miles de millones de euros para evitar el contagio? ¿Esas enormes sumas no volverán a dejar exangüe la economía europea? Un default griego sobre los títulos del BCE obligaría sin duda a esa institución a solicitar un aumento de capitales a los Estados miembros, pues sus reservas, ya frágiles, se debilitaron aún más en los últimos meses.

Acosados por esos negros nubarrones, los europeos aceleran sus preparativos.

“El plan B se está transformando en plan A”, reconocieron ayer al unísono el ministro finlandés Alexander Stubb y el español Luis de Guindos. Los griegos, por su parte, sólo pueden esperar ahora un milagro de los dioses del Olimpo.

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