Hablan los que están detrás del mostrador
En el país de los economistas, los últimos que tienen la palabra son los hombres de negocios: comerciantes, empresarios, sean grandes, medianos o chicos.
Argentina es una escuela económica de alta exigencia, con un sistema de evaluación implacable: en tiempos de gran incertidumbre, el que se equivocó en el cálculo económico, la paga con el cierre del negocio o sufriendo una lenta agonía.
“Con esta recesión la mercadería no ha aumentado en relación al blue, pero a la larga se va a ir a ese nivel. Hay que comprar mercadería, la hora de refugiarse en dólares ya pasó”, reflexiona un importante autopartista representante además de una marca líder de motores para camiones.
Y agrega: “Tengo 300 proveedores a los que los puedo dividir en 3 grandes grupos, según el tipo de dólar que aplican. Están los que arman la lista con dólar oficial, los que usan un dólar comercial que es un mix entre el blue y el oficial y se ubica a unos $11, y otro que aplica un dólar comercial algo más barato a $9,50”.
Con ganas de seguir explicando, porque en definitiva estos hombres son apasionados analistas, sobrevivientes de escenarios económicos de los más variados, explicó:
“Te cuento más: el proveedor de repuestos de motores me vende a un dólar de U$S 8,45 a 30 días. Si el oficial sufre alguna corrección al vencimiento de la factura, inmediatamente recibo la nota de débito por la diferencia. Es un jugador fuerte. El pone las reglas y yo las acepto para no perder la representación de una marca líder”.
Un importante proveedor de sistemas de refrigeración para empresas, llegó a la misma conclusión: “hoy hay que comprar mercadería. El momento de atesoramiento de dólares ya pasó. Se compran dólares cuando está quieto por un tiempo”, afirmó categórico el empresario.
“No vas a encontrar muchos reductos productivos donde no tengan un fuerte componente de insumos importados. De hecho, uno de mis proveedores me envía la mercadería con remitos en dólares que luego transforma a pesos para facturar”.
Consientes de un plan económico agotado y de la inminente corrección, la regla para este momento es: “amarrocar” mercadería por más que Cristina patalee.