Un nuevo informe explica lo ocurrido con la periodista desde que se le practicó la endoscopia hasta el momento de la muerte, lapso de 55 minutos en total.
Se dieron a conocer los estudios complementarios de la autopsia que le realizaron a Débora Pérez Volpin tras su muerte a los 50 años en el sanatorio de la Trinidad, adonde había ido para someterse a una endoscopia el 6 de febrero último.
A lo largo de 63 páginas, el informe -divulgado por Clarín- reconstruye una “secuencia fáctica de los hechos”. Así, los expertos explican qué pasó desde que se realizó el procedimiento a las 17:20 hasta que se declaró la muerte de la periodista a las 18:15 de ese fatídico martes.
Según los peritos, se produjo una lastimadura en el esófago que hizo que el gas que lanza el endoscopio pasara a partes del cuerpo a las que no debería pasar y que entró al corazón y al mediastino. En consecuencia, se causó traumatismo en varias partes del cuerpo por la presión del gas y terminó causando la muerte de Débora.
Las posibilidades de que el esófago se perfore durante una endoscopia -de acuerdo al estudio- son muy bajas. Allí, los médicos dejaron en claro que “el riesgo de perforación que se ha publicado en la última década con endoscopia flexible es del 0,006% al 0,06%”. Y subrayaron que cuando se lesiona el esófago, el riesgo de muerte es alto.
La hemorragia, finalmente, desembocó en el paro cardíaco, por lo que se comenzaron las maniobras de reanimación con drogas, máscara facial y masaje cardíaco, añadieron los expertos, de acuerdo a lo consignado por el matutino. En ese momento, se llamó al equipo de cardiología, que colaboró hasta las 18:15, “momento en que se decide suspender las maniobras, constatándose óbito”.
En el informe se afirma que murió por una perforación del esófago, algo que definen como una “verdadera emergencia”.
Además, pone especial énfasis en detallar “hallazgos de interés en la autopsia” del 7 de febrero: el cuerpo tenía “enfisema subcutáneo en cara, cuello y tórax, una fractura de esternón y costillas, los pulmones colapsados y con neumotórax bilateral, el corazón de 320 gramos de peso con cavidades dilatadas, el estómago con infiltración hemorrágica de curvatura menor y el cerebro con congestión y edema”.
Cuando se dieron a conocer los resultados de la autopsia, los cuatro médicos forenses y los siete peritos de parte habían coincidido en que la muerte había sido “violenta”.