Trabajo precario y organizaciones desdibujadas

Trabajo precario y organizaciones desdibujadas

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Alineadas con las transformaciones del capitalismo global, las relaciones laborales en Latinoamérica se precarizan al calor de la tercerización, una práctica consolidada que arroja a los trabajadores a un escenario de explotación, disciplinamiento y maltrato, según surge del ensayo La tercerización laboral, una investigación coral coordinada por Victoria Basualdo y Diego Morales.

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Un caso penal -el asesinato del militante Mariano Ferreyra cometido en octubre de 2010 por una patota a las órdenes de la Unión Ferroviaria, en el marco de una manifestación de trabajadores tercerizados del rubro- fue el impensado punto de partida de este trabajo que analiza la depredación del campo laboral, tanto desde el punto de vista de las condiciones de trabajo como del rol de las organizaciones sindicales.

En La tercerización laboral, obra recién publicada por Siglo XXI, un equipo de investigadores provenientes del campo de las ciencias sociales, analizan el impacto de la tercerización, un fenómeno de impacto certero sobre el mercado laboral que se expandió en occidente a partir de mediados de los 70 y se consolidó en la década del 90 con las políticas neoliberales y la euforia privatizadora de esos años.

“Hay muchas discusiones en la actualidad sobre la política estatal y la caracterización de los gobiernos pero hay un olvido fenomenal de la relación capital-trabajo. Si queremos que se desarrollen políticas estatales favorables hay que empezar por cambiar una relación de fuerzas que desde los años 70 hasta acá ha perjudicado muy fuerte a los trabajadores”, analiza Basualdo, doctora en Historia por la Universidad de Columbia e investigadora del Conicet.

¿Cómo un caso policial como el asesinato de Mariano Ferreyra se transformó en la punta de lanza de un trabajo colectivo sobre las transformaciones del mercado laboral?
Basualdo: Es que si bien el caso apareció como un hecho penal, con el transcurso de la investigación iniciada a partir de que la familia de Ferreyra recurrió al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se fue develando una trama más compleja que tiene que ver con la transformación de las organizaciones sindicales, el papel de la policía en relación con estas organizaciones en el momento de la represión y fenómenos más complejos ligados a la tercerización laboral.

Así surgió la necesidad de explicar cómo una organización sindical de larga trayectoria como la Unión Ferroviaria, uno de los sindicatos más representativos y activos en la defensa de los trabajadores, pasó a ser una fuerza que disciplina a sus trabajadores, opera a través de grupos de choques desactivando la movilización y hasta forma parte de la directiva de las cooperativas que emplean a trabajadores tercerizados.

El asesinato de Ferreyra permitió ver justamente cómo este sindicato no sólo ya no defendía a los trabajadores y los mandaba a reprimir sino que incluso estaba directamente implicado en el negocio de la tercerización, empleándolos por el 50 por ciento del salario con condiciones terribles de trabajo y fragmentando el colectivo laboral al que supuestamente representaba.

¿Este accionar se replica en otras organizaciones sindicales donde también se ha subvertido el rol de asistencia al trabajador?
B: Exactamente. Es interesante cómo un caso penal permitió instalar la cuestión de la tercerización como un proceso que está llevando adelante no un grupo de empresarios inescrupulosos o con el apoyo de sindicalistas poco representativos sino que en realidad tiene que ver con un fenómeno estructural de importancia global.

El fenómeno de la tercerización es grande y afecta áreas que son consideradas estratégicas. De hecho, detectamos que está ligada a diversas actividades económicas. Por ejemplo está el caso de Banco Nación, donde se da no sólo en rubros que son considerados periféricos como limpieza, alimentación o seguridad, sino en tareas claves para la empresa como el área informática.
En el sector privado, encontramos casos más visibles con graves situaciones de precarización como en la industria textil, donde se dan fenómenos laborales problemáticos como baja remuneración, empleo en negro y condiciones de trabajo deplorables. En el área de servicios se da lo mismo: las condiciones de trabajo en los call centers son tremendos, igual que en el caso de las telefónicas.

¿En qué medida incide sobre esta problemática el componente transnacional de muchas de estas empresas que ante una embestida sindical amenazan con trasladar la planta operativa hacia otro país o cambiar drásticamente las condiciones de trabajo?
B: El problema es que mientras el capital se trasnacionaliza, los trabajadores no lo hacen. Muchas empresas transnacionales cuentan con impunidad por el enorme poder que tienen. Recién ahora los trabajadores de algunas firmas han empezado a organizarse internacionalmente armando redes entre las distintas filiales para plantear luchas de conjunto y borrar las disparidades.

¿Cómo ha repercutido el desdibujamiento de la relación tradicional entre el empleado y la patronal que ahora aparece invisibilizada por la tercerización?
B: Uno de los efectos centrales de la tercerización tiene que ver con la imposibilidad de determinar quién es el patrón. En el caso de los call centers, por ejemplo, muchas veces los empleados dependen de empresas tercerizadas que encubren a la empresa para la cual trabaja realmente el empleado.
Frente a la antigua relación donde hay un patrón visible con el que se acuerdan las condiciones laborales, lo que prevalece hoy es un modelo de tercerización donde una empresa delegada tareas en otras empresas, por lo tanto la patronal se fragmenta. De esta manera hay tareas desempeñadas por una empresa principal y muchas otras -algunas secundarias, otras pertenecientes al corazón de la actividad- delegadas en otras empresas. Por lo tanto el colectivo laboral unificado se fragmenta, junto con el patrón.

¿Por qué tanto los 70 como los 90 fueron centrales para la instalación de dinámicas tan permeables a la precarización laboral?
B: Por un lado, a mediados de los 70 se produjo en Latinoamérica una transformación monumental de las relaciones económicas y sociales. Las dictaduras fueron un fenómeno regional, pero lo que trastocó el mercado laboral fue especialmente la política antisindical, que se dio no sólo en países con dictadura. Está el caso de Colombia, que sin regímenes dictatoriales fue en esos años el país con más sindicalistas asesinados en el mundo.

Hablamos entonces de una política antisindical, de una ofensiva
feroz del capital contra el trabajo. Esto se da también en la esfera internacional: pensemos en Ronald Reagan, en Margaret Thatcher, en el eje de la acción antisindical de lo que se llamó la revolución conservadora de fines de los 70 y principios de los 80.

El segundo núcleo se da en los 90 con la profundización de las reformas neoliberales. En la Argentina, las tercerizaciones tuvieron un impacto monumental asociado a las privatizaciones. Ahí se arma no sólo una comunidad de negocios entre los sectores dominantes que habían estado en disputa entre el capital extranjero y los grupos económicos locales sino que además se articulan negocios con parte del movimiento sindical.

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