Expertos plantean un plan sanitario estratégico para la “silenciosa” hepatitis C

Expertos plantean un plan sanitario estratégico para la “silenciosa” hepatitis C

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Salvar millones de vidas a nivel global con prevención, diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C requiere un plan sanitario “estratégico” para erradicar esta infección viral que es la principal causa de trasplante de hígado, afirmó el hepatólogo Marcelo Silva, asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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“Si se quiere evitar que la hepatitis C llegue a la cirrosis y al cáncer de hígado, que son la causa número uno de trasplante hepático, hay que salir a buscarla y tratarla porque es una enfermedad silenciosa que requiere un plan estratégico y un presupuesto que acompañe ese objetivo”, afirmó Silva.

Por su práctica clínica cotidiana, Silva evidencia la necesidad acuciante de dar respuesta a un paciente con pronóstico de cirrosis, la amenaza de cáncer o una inevitable intervención de trasplante de hígado, y considera que “no sirve una acción espasmódica” cada Día Mundial de las hepatitis sino que se requiere “tomar real dimensión del problema”.

“Si pudiéramos acortar los plazos se salvarían, literalmente, millones de vidas a nivel global, lo que requiere acelerar los procesos articulando a los distintos actores: el sector público, la sociedad científica, la industria y la sociedad civil, tanto los grupos de pacientes como el público en general”, propuso Silva, jefe de Hepatología y Trasplante Hepático del Hospital Austral, participante del Congreso de la “Asociación americana para el estudio del hígado“.

Por las hepatitis virales -A, B, C, D y E-, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que mueren anualmente 1.200.000 personas, esto indica que mata más que el VIH-Sida, la Tuberculosis o la Malaria”, informó el ex presidente de la Sociedad Argentina del Hígado.

Con una prevalencia semejante al nivel mundial, del 1 por ciento de la población, las cifras para Argentina estiman que son 400.000 los portadores del virus de Hepatitis C, “menos del 10 por ciento sabe que tiene la enfermedad y menos del uno por ciento recibió alguna vez algún tratamiento”.

Silva considera imprescindible “cambiarle la mentalidad a los médicos diciendo que la ciencia aislada no es suficiente, que si no se puede volcar a la comunidad es una ciencia disociada de la realidad porque no se traslada a los que la necesitan, cuando su objeto es aplicar los conocimientos en beneficio de la población”.

El médico planteó que el objetivo de fondo del Congreso, que delibera en la ciudad estadounidense de Boston y del que participa junto a otros hepatólogos argentinos de excelencia, “es cómo encarar la hepatitis C y acelerar el proceso para achicar la brecha que hay entre un país central y uno latinoamericano“.

“Vinculado a esto está mi trabajo de asesor en la OMS para articular esfuerzos en pos de salvar vidas, con un recurso presupuestario que es finito y debe tener mejor resultado“, relató.

Silva opinó que “el desarrollo tecnológico de la industria está forzando a que la Organización jerarquice la hepatitis C, que la tenía olvidada; antes había puesto énfasis en la vacuna de hepatitis B que es realmente muy eficiente: parece ser que son los avances tecnológicos los que empujan a la OMS a tomar acciones”.

Respecto de los estados, “haciendo cálculos muy fríos, salir a diagnosticar de manera masiva va a tener en el corto plazo un mayor gasto, pero en el mediano y largo plazo va a ser un ahorro enorme“, razonó.

La experiencia clínica indica que “esos pacientes que hoy no le cuestan nada al Estado porque no se están diagnosticando y entonces no se están tratando, le van a costar cada vez más con la progresión de la enfermedad, porque un paciente con cáncer, cirrosis o encefalopatía tiene más costos y además, deja de producir”.

“Luego se los trasplanta, porque es la primera causa de trasplante de hígado, y el virus vuelve al órgano; entonces estamos haciendo un mal uso del recurso económico y dejando que los pacientes ’estallen’, haciéndonos cargo de los que ya no dan más, con todo el sufrimiento humano que eso supone“.

Para Silva, “es una obligación acelerar teniendo la herramienta, y si no lo hacemos, hay mucha gente que muere y uno podría evitarlo, cuando la industria ha tenido la virtud de desarrollar tecnología con capacidad de prevenir esta enfermedad con vacunas -para la A y la B-, o de curarla“.

“Hasta que no apliquemos esas herramientas en la base de la población, eso cuesta vidas, por eso hace falta encarar este tema con vehemencia, cuando la industria farmacéutica en general ha llegado a desarrollar tratamientos y nos pusieron como sociedad en el desafío de cómo hacemos para que esa tecnología llegue a la gente, con el objetivo de la erradicación de la enfermedad, que es posible aunque va a llevar tiempo“.

Silva razonó que “si como médico me quedo en la ‘pecera’ atendiendo al millar de pacientes de mi hospital, que es mi responsabilidad indelegable, se van a beneficiar sólo esas personas“.

“El impacto que va a tener sobre la carga de la enfermedad es bajísimo e implica no cumplir con el rol social, cuando la responsabilidad que uno tiene es que todo esto llegue a la base de la pirámide poblacional, lo cual implica salir de una caja de comodidad y empezar a hacer cosas a largo plazo”, concluyó.

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